(Fragmento escrito entre 1919 y 1931. Probablemente, más cerca de 1919.)
Como la historia de las guerras antiguas
Allá va la cadena de hombres entre fuegos ilusos
Hacia el párpado tumbal
Después de mi muerte un día
El mundo será pequeño a las gentes
Plantarán continentes sobre los mares
Se harán islas en el cielo
Habrá un gran puente de metal en torno de la tierra
Como los anillos construidos en Saturno
Habrá ciudades grandes como un país
Gigantescas ciudades del porvenir
En donde el hombre-hormiga será una cifra
Un número que se mueve y sufre y baila
(Un poco de amor a veces como un arpa que hace olvidar
la vida)
Jardines de tomates y repollos
Los parques públicos plantados de árboles frutales
No hay carne que comer el planeta es estrecho
Y las máquinas mataron el último animal
Árboles frutales en todos los caminos
Lo aprovechable sólo lo aprovechable
Ah la hermosa vida que preparan las fábricas
La horrible indiferencia de los astros sonrientes
Refugio de la música
Que huye de las manos de los últimos ciegos
viernes, 28 de octubre de 2011
Fragmento de Altazor, de Vicente Huidobro
La bestia
domingo, 28 de agosto de 2011
Horas que te clavan el pico
La hora pico me tiene de punto. Trato de evitarla pero siempre me alcanza, de alguna forma u otra. Cuando me encuentro en el subte, dentro del vagón, mirando a la gente que entra e implorando "que sea limpito, que sea limpito, que sea limpito", sé que va a ser uno de esos viajes que te obligan a practicar las diez posiciones del kamasutra espacial... todas al mismo tiempo.
Y, a la salida, sólo queda el reproche postraumático a los cielos soterrados: "Claro, ¿no? Nunca una Pampita, una Rocío Guirao Díaz, una Lola Bezerra, ¿no?...".
Y, a la salida, sólo queda el reproche postraumático a los cielos soterrados: "Claro, ¿no? Nunca una Pampita, una Rocío Guirao Díaz, una Lola Bezerra, ¿no?...".
¡No Pampita la vaca! ¡La otraaa!
La bestia
domingo, 2 de enero de 2011
Soneto 61 (Lope de Vega)
Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
arder como la vela y consumirse,
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno.
Lope de Vega
La bestia
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