La hora pico me tiene de punto. Trato de evitarla pero siempre me alcanza, de alguna forma u otra. Cuando me encuentro en el subte, dentro del vagón, mirando a la gente que entra e implorando "que sea limpito, que sea limpito, que sea limpito", sé que va a ser uno de esos viajes que te obligan a practicar las diez posiciones del kamasutra espacial... todas al mismo tiempo.
Y, a la salida, sólo queda el reproche postraumático a los cielos soterrados: "Claro, ¿no? Nunca una Pampita, una Rocío Guirao Díaz, una Lola Bezerra, ¿no?...".
Y, a la salida, sólo queda el reproche postraumático a los cielos soterrados: "Claro, ¿no? Nunca una Pampita, una Rocío Guirao Díaz, una Lola Bezerra, ¿no?...".
¡No Pampita la vaca! ¡La otraaa!