Alzó un brazo el dios,
y de un acervo de preguntas sacó unas cuantas.
Vino una pelota rodando al dios,
y la levantó con un movimiento de pie,
y con una seña de dedo, le sacó los parches.
Ensartó las pestañas el dios
en un bostezo, y sublimó de ahí
el sueño de abrazar a una mujer: a una, no cualquiera.
Se le acababan las facturas pero no el agua para el mate al dios,
y se hizo de más, pero dejó perder la crema pastelera,
porque a él tampoco le gustaba.
Salía de la heladera del dios
la pestilencia retorcida
de un coliflor prohibido.
Y antes de las ocho, el dios
sacó la basura,
la cual fue recogida por moiras,
exégetas recursantes,
que crearon un esferoide con sangre
de hedor, parches, sueños…,
preguntas y mucha, mucha
crema pastelera.
martes, 17 de junio de 2008
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La bestia
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2 comentarios:
Cada día soy más boludo, eh...
la relectura de esto es algo patético, patético... e innecesario... Coincido plena y satisfactoriamente con el comentario anterior.
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