Quiero, quiero que me salga un alien de la panza,
que se asome, primero,
como dándome pataditas,
y que salga en la eco, y todo.
Después, un día,
en medio del desayuno,
o en un pasillo cualquiera,
o en la verdulería,
alguien me diría
“¿te sentís bien, vos?”.
Y las manitos se le notarían a través de mi piel,
y yo estaría transpirando,
y yo caería al piso,
y respiraría como me dijeron en el curso,
y de pronto ¡¡¡PLAAAAAAAAAAAAKK!!!,
rompo vientre
(no bolsa, ¿qué decís?... yo soy hombre, no tengo bolsa, tonto/a),
y cuando todos abran los ojos,
verían mi cuerpo hecho objeto,
sobre las baldosas de la verdulería,
rodeado por un guiso de tripa gorda procesada,
100 gr. de hueso molido (preferentemente costilla),
una pizca de bazo para que realce la tripa gorda,
hígado cortado en juliana, 250 gr.,
y chinchulines, y excremento,
todo aderezado con sangre todavía tibia
(sal y pimienta a gusto).
Y notarían sus ropas salpicadas,
(y se horrorizarían)
pero no verían a mi octavo pasajerito,
pegado al techo,
y se preguntarían qué acababa de pasar,
y sentirían pavor,
y no se les ocurriría correr,
y después de unos minutos, se acercarían
a un ex yo,
y no repararían en sus costados,
y de repente, ¡no!, ¡CUIDADO!,
¡¡ahí, detrás de las sandías!!,
mi criatura se le atacharía a la cara,
y ese verdulero, el mismo que sobredimensiona los precios cada vez que puede,
sería, ahora, nursery.
...Y yo habría sido tan feliz.
martes, 9 de septiembre de 2008
INTRODUCTORIA I
La bestia
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