martes, 2 de diciembre de 2008

Andando a esperanza



Así como hay autos que andan a nafta, a gasoil o a gas, algunas personas andan a esperanza. Mi esperanza tiene sabor a metal. Gusto a llanura cíclica que hace perdurar las penas, elevándolas al infinito.
Lo bueno es que nunca se llora o se siente dolor en esa planicie blanca, propia. Miralo. Mirá cómo salta, cómo va de acá para allá... Y hasta parece... normal.

Andar a esperanza es estar quieto, aguardando el revés del mundo, el otro lado del dobladillo de la botamanga de Dios.